Este artículo, en resumen, es una introducción a la tecnología
informática que los ciegos o discapacitados visuales pueden usar para acceder a
la información que de otra forma les sería inaccesible. Esta tecnología de
rehabilitación visual es fundamental para integrar a estas personas
discapacitadas en la actual sociedad de la información.
El artículo divide las adaptaciones existentes en dos niveles. Dentro de
las adaptaciones de bajo nivel se describen las tres tecnologías básicas
disponibles (ampliación de las imágenes y textos visualizados, síntesis de voz
y salida usando el alfabeto Braille). Dentro de las adaptaciones de alto
nivel se describen las soluciones disponibles basadas en una o varias de estas
tres tecnologías, agrupadas también en tres apartados: revisores de pantalla,
revisores de documentos y tomadores de notas.
El artículo termina con una llamada de
atención sobre el gran obstáculo existente para la difusión de esta tecnología,
que no es otro que su alto precio de adquisición.ÍNDICE DEL DOCUMENTO
• 1.- Incomprensible pero real (introducción)
• 2.- Las adaptaciones de bajo nivel
• 2.1.- La ampliación de imagen
• 2.2.- La síntesis de voz
• 2.3.- La salida Braille
• 3.- Las adaptaciones de alto nivel
• 3.1.- Los revisores de pantalla
• 3.1.1.- Los ampliadores de imágenes
• 3.1.2.- Los lectores de pantalla
• 3.2.- Los revisores de documentos
• 3.2.1.- Los lectores de documentos
• 3.2.2.- Los reconocedores de caracteres
• 3.2.3.- Sistemas especiales de reconocimiento de caracteres
• 3.2.4.- Los navegadores de Internet
• 3.2.5.- Los libros hablados digitales
• 3.3.- Los tomadores de notas
• 3.4.- Otras soluciones inclasificables
• 4.- El gran obstáculo (conclusión)
• 5.- Bibliografía y referencias
• 5.1.- Publicaciones sobre discapacidad
• 5.2.- Direcciones en Internet sobre discapacidades visuales
• 5.2.1.- En español o catalán
• 5.2.2.- En inglés
• 6.- Descripción de las ilustraciones
1.- INCOMPRENSIBLE PERO REAL
El concepto de supresión de barreras arquitectónicas,
que en pocas palabras puede definirse como la adaptación de las condiciones de
trabajo, desplazamiento y vida cotidiana en general a las necesidades de las
personas con discapacidades físicas, sensoriales y psíquicas, ha sido y es,
sobre todo desde la celebración de los juegos paralímpicos de Barcelona'92,
frase de moda y gran preocupación de estamentos públicos, empresas y ciudadanos
de a pie, tanto afectados como ajenos al asunto. Toneladas de papel
emborronado, acaloradas discusiones a veces lindantes con la pelea, horas y
horas de emisiones radiofónicas o televisivas, kilométricas facturas de
teléfono y, sobre todo, desenterrar grandes sumas de dinero contante y sonante,
se han derivado de esta breve pero inapelable exigencia, porque es el caso que
ya no es válido construir jardines públicos con escalones de entrada en el
lugar de ligeras rampas, ni viviendas cuyos accesos no pueda cruzar una persona
con silla de ruedas, ni tampoco instalar ascensores sin adaptaciones táctiles
en sus mandos o sistemas de aviso únicamente sonoros y no visuales. Pero lo que
más dolores de cabeza está ocasionando o habrá de desencadenar más pronto o más
tarde es la adaptación, a veces equivalente a la reconstrucción, de lo ya
existente, y es que por ley cada ciudad deberá tener adaptados con rampas todos
sus pasos de peatones, debidamente numerados sus autobuses, sonorizados sus
semáforos y, entre muchos otros aspectos, el que puede ser más difícil de
conseguir: cada una de sus estaciones de metro o ferrocarril tendrá que
disponer de ascensores de acceso, de pasillos con relieves marcados y de
señalizaciones visuales, sonoras y táctiles; parece una utopía pero es una
inminente realidad a partir del momento en que la proclama en cuestión pasó a
formar parte de la legislación de muchos países.
También al mundo de la informática, ciencia -por así llamarla- hace poco para los elegidos entre los elegidos y hoy pan de cada día de toda la sociedad, han llegado los ecos de esta justa reivindicación, sobre todo a partir del momento en que trabajadores con deficiencias visuales considerables -quienes van a constituir el argumento de este escrito- se vieron obligados a sentarse delante de la pantalla de un terminal, sin más ayuda que tal vez la de algún compañero de oficina, para redactar cartas o entrar datos sin poder leer lo tecleado. La verdad es que las primeras adaptaciones informáticas diseñadas para personas ciegas, desde luego muy rudimentarias y con un alto porcentaje de fallos, aparecieron en Estados Unidos a principios de los años ochenta, pero no fue hasta los noventa y sobre todo hasta 1995, año en que surgió la versión 4.00 de Microsoft Windows (Windows'95), que la sociedad tuvo conocimiento de su existencia. Diversas empresas de otras tantas naciones del globo han ayudado, poco a poco y no siempre cosechando éxitos en las primeras tentativas, a paliar las faltas de este vasto colectivo, hasta el punto que hoy día, aún siendo numerosos los problemas con que se encuentra una persona de tales características frente a un ordenador, se ha andado un largo camino y las empresas mencionadas luchan más por obtener productos pulidos al máximo con que adueñarse del mercado, que no por encontrar soluciones a casos difíciles que conllevan horas y horas de estudio.
También al mundo de la informática, ciencia -por así llamarla- hace poco para los elegidos entre los elegidos y hoy pan de cada día de toda la sociedad, han llegado los ecos de esta justa reivindicación, sobre todo a partir del momento en que trabajadores con deficiencias visuales considerables -quienes van a constituir el argumento de este escrito- se vieron obligados a sentarse delante de la pantalla de un terminal, sin más ayuda que tal vez la de algún compañero de oficina, para redactar cartas o entrar datos sin poder leer lo tecleado. La verdad es que las primeras adaptaciones informáticas diseñadas para personas ciegas, desde luego muy rudimentarias y con un alto porcentaje de fallos, aparecieron en Estados Unidos a principios de los años ochenta, pero no fue hasta los noventa y sobre todo hasta 1995, año en que surgió la versión 4.00 de Microsoft Windows (Windows'95), que la sociedad tuvo conocimiento de su existencia. Diversas empresas de otras tantas naciones del globo han ayudado, poco a poco y no siempre cosechando éxitos en las primeras tentativas, a paliar las faltas de este vasto colectivo, hasta el punto que hoy día, aún siendo numerosos los problemas con que se encuentra una persona de tales características frente a un ordenador, se ha andado un largo camino y las empresas mencionadas luchan más por obtener productos pulidos al máximo con que adueñarse del mercado, que no por encontrar soluciones a casos difíciles que conllevan horas y horas de estudio.
El caso de España es quizá único en el mundo
y, por ello, merece mención aparte; por muchas razones que sería difícil
describir en pocas palabras, nuestro país, en muchos más casos de los que se
podría suponer a una nación oficialmente del mundo evolucionado, todavía
considera a las personas ciegas casi como seres de otra galaxia: bien son
auténticos superhéroes de inteligencia muy superior a la del resto de los
mortales, o bien son poco menos que inútiles totales; es asombroso constatar
que, incluso ciudadanos con un alto nivel cultural y al mando de puestos de
cierta responsabilidad, no se imaginan a una persona ciega desempeñando otro
oficio que la venta de los populares cupones de la Organización Nacional de
Ciegos y, qué duda cabe, ni en sueños se la figuran enfrentándose a un
ordenador. La realidad, como se habrá podido suponer, es muy otra, pues
cualquier persona sin vista que sirva para el oficio y que se proponga superar
todos los obstáculos que en él vayan surgiendo, puede utilizar un ordenador
tanto a nivel de usuario como de programador o técnico; para no iniciados en la
materia resulta incluso cómico imaginar a una persona sin vista diseñando
páginas Web..., pero la realidad en este caso supera a la ficción en más
oportunidades de las que cualquier experto podría relatar.
El campo de las soluciones informáticas para personas ciegas o con baja visión es muy extenso, pero básicamente lo integran dos categorías: las adaptaciones propiamente dichas (que denominaremos adaptaciones de bajo nivel) y las aplicaciones de soporte para ellas (que llamaremos adaptaciones de alto nivel, y que se dividen en tres grandes grupos: los revisores de pantalla, los revisores de documentos y los tomadores de notas). Trataré de ofrecer una visión general de todo ello obviando en lo posible detalles técnicos y otros aspectos secundarios que, a pesar de su mucho interés, superarían la extensión exigida para este tipo de trabajos; después de haber leído las páginas que siguen confío en que cada uno de mis lectores habrá despejado la incomprensible pero real incógnita que se cierne sobre el colectivo de los disminuidos visuales en este rincón del planeta.
A lo largo de este escrito daremos tal nombre a los sistemas de acceso a la información digital diseñados para las personas ciegas o con baja visión; dichos sistemas se estructuran, según el tipo de usuarios que van a poder emplearlos, en tres subcategorías: ampliación de imagen (útil únicamente para las personas con resto visual, sea mucho o poco), síntesis de voz (donde se incorpora el grupo de los ciegos totales) y salida Braille (que a los dos colectivos anteriores suma el de los sordo-ciegos). En los siguientes apartados veremos las herramientas más utilizadas para generar los tipos de salida referidos y que, en la mayoría de los casos, no realizan ninguna función si no existe un programa de control por encima de ellas, motivo por el cual deben ser consideradas adaptaciones de bajo nivel.
2.1.- LA AMPLIACIÓN DE IMAGEN
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Ilustración 1: ejemplo de pantalla de texto ampliada.
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Este tipo de adaptación es tal vez el primero
que apareció en el mercado y, sin lugar a dudas, es el más espectacular a la
vista de no iniciados en la materia; lo que este método consigue es agrandar
los caracteres y demás contenidos de la pantalla desde el doble hasta niveles a
veces muy altos (más de cincuenta aumentos, donde una sola letra de tamaño
reducido apenas cabe entera en pantalla).
Los primeros equipos de ampliación que aparecieron,
como el VISTA de la empresa
norteamericana Telesensory Systems,
se componían de una tarjeta de interfaz que se insertaba dentro del ordenador,
a la cual se conectaba internamente la tarjeta de vídeo y externamente el
monitor, y que hacía de puente lupa entre una y otro, utilizándose un ratón
convencional para intercomunicar con el usuario, quien, una vez cargado en
memoria el controlador correspondiente, podía emplearlo para mover y agrandar
la región ampliada a su conveniencia. Como veremos más tarde, las cosas se han
simplificado enormemente desde entonces hasta nuestros días, donde el uso de
equipos sólidos ha sido suplantado al cien por cien por el de programas
informáticos apreciablemente más poderosos.
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Ilustración 2: ejemplo de pantalla gráfica ampliada.
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Existen otros métodos de ampliación de imagen
menos sofisticados pero que pueden resolver también el problema, como por
ejemplo filtros que se colocan sobre la pantalla y llegan a duplicar el tamaño
de su contenido o incluso, los un poco más complejos, integran un sistema de
lupa física que el usuario va desplazando manualmente a medida que va leyendo
la salida visualizada. Los monitores de dimensiones superiores a las
habituales, en principio no diseñados exprofeso para personas con poca visión,
pueden resultar también de mucha utilidad para algunas de ellas; en este
terreno se está ya estudiando la posibilidad de utilizar televisores
convencionales para obtener unas imágenes muy ampliadas a un precio muy reducido,
pues no hay que olvidar que el coste de los monitores citados puede ser muy
elevado. Por último, cabe citar más por curiosidad que como dato a tener en
cuenta, algunos sistemas muy antiguos que consistían en una lupa electrónica
que se colocaba sobre la pantalla del ordenador y que enviaba sus imágenes
ampliadas a un visor especial o incluso a una tabla táctil donde quedaban
reflejadas en relieve (esto último en el tiempo de los monitores monocromáticos
era bastante fácil de obtener).
Es este uno de los sistemas más fáciles de acceder a la información visualizada en pantalla, tanto para personas ciegas como con baja visión; su objetivo es sencillamente el envío de información de la computadora al usuario mediante mensajes hablados que, como veremos, suelen ser emitidos con voces total o parcialmente sintéticas aunque en algunas ocasiones se puedan emplear voces naturales grabadas.
Antaño el conseguir que un ordenador pudiera “hablar” no era fácil, siendo preciso para ello instalar en sus entrañas complejas placas de interfaz, que se conectaban a altavoces externos diseñados para tal fin y que emitían voces metálicas de difícil interpretación (tal era el caso del equipo VertPlus de la empresa Telesensory Systems). Hoy día, y sobre todo desde la aparición de las primeras tarjetas de sonido mínimamente aceptables, manipular la voz humana, crear voces artificiales y hasta simular que el ordenador “cante” (mediante la manipulación de los tonos, volúmenes y velocidades de emisión de esas voces), está al alcance del menos exigente de los usuarios.
Esta última circunstancia ha ocasionado que el campo más evolucionado en la síntesis de voz para el uso de personas no videntes sea el de los sintetizadores por programación a partir de las posibilidades que ofrecen las tarjetas de sonido; de ellos existen numerosas variantes creadas en otros tantos idiomas, algunas de ellas muy potentes y con capacidades a veces curiosas en la interpretación de las lenguas (caso del aplicativo ELOQUENCE, fabricado por ELOQUENCE TECHNOLOGIES INTERNATIONAL y distribuido por la casa IBM como parte del paquete ViaVoice, que es muy apreciado entre los usuarios de este género de adaptación); digno es también de ser mencionado el recientemente aparecido ORPHEUS de la compañía inglesa Dolphin Computer Access, programa de síntesis de voz con cerca de cuarenta variantes de idioma creadas y con notables ventajas frente a los ya implantados. También, y aunque en origen no fueron desarrollados para tal propósito, se ha conseguido emplear los sintetizadores de voz incluidos en programas de texto hablado como adaptaciones para ciegos (tal es el caso del que acompaña al popular TextAssist, fabricado por DEC y distribuido por la empresa CREATIVE LABS incluso de forma gratuita con algunas series de su tarjeta SoundBlaster, y que puede hablar más o menos aceptablemente en cuatro idiomas); este aprovechamiento, además del ahorro en costes que puede suponer, aumenta la compatibilidad de los programas de accesibilidad que emplean síntesis de voz.
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Ilustración 3: sintetizador CIBER232P de Tecnicaid.
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Aparte de la síntesis de voz descrita,
todavía se siguen distribuyendo equipos externos destinados a idéntico fin;
generalmente se trata de aparatos no mayores que un transistor de viaje,
completamente portátiles (algunos, como el CIBER232P,
diseñado en su día por CIBERVEU SA,
fabricado por Tecnicaid y
distribuido por ONCE España, incluso
provistos de una batería recargable para, entre otros motivos, poder ser
conectados a ordenadores también portátiles) y que se suelen enchufar a los
puertos serie de cualquier máquina compatible. También en este apartado un
producto de la casa Dolphin Computer
Access, el Apollo2, debe ser
nombrado como un equipo de gran prestigio tanto por las múltiples variantes
idiomáticas con que puede adquirirse, como por su potencia y la calidad de su
voz que no deja de ser totalmente sintética. La gran ventaja de estos aparatos
es su facilidad de traslado y que funcionan bajo cualquier sistema operativo
(no hay que olvidar que la mayoría de programas diseñados para las tarjetas de
sonido sólo corren bajo Windows)
siempre que se disponga de un programa de interfaz que se pueda ejecutar
encima; el insalvable inconveniente, desde luego, es su precio, normalmente por
encima de las cincuenta mil pesetas, que lo motiva el hecho de ser material
basado en piezas de fabricación exclusiva y en pequeñas series.
Una breve reseña final merece la utilización de voces humanas grabadas como sistema de comunicación con el usuario no vidente; todos hemos utilizado alguna vez programas, sobre todo de carácter educativo o formativo, una buena parte de cuya salida consiste en mensajes hablados o sonoros en general, y que si se han diseñado hasta los últimos detalles pueden ser igualmente empleados por personas con vista como por quienes no la gozan; pero es principalmente en las aplicaciones de instalación de programas de adaptación especializados donde el uso de voces humanas grabadas es imprescindible para que el usuario ciego pueda seguir dichos procesos pues, al no existir todavía en el sistema controladores para los dispositivos de síntesis de voz, sólo queda esta forma de interaccionar con el operador (naturalmente, esto sólo es válido en entornos que soporten salida por tarjeta de sonido). Valga decir también que los modernos sintetizadores de voz por programación se basan en voces humanas auténticas, con la combinación de cuyos fonemas grabados forman electrónicamente las letras, las sílabas y las palabras; aún así la salida, mucho más agradable al oído, no deja de ser sintética pues carece de los matices de la voz humana real (de aquí la diferenciación hecha anteriormente entre voces total y parcialmente artificiales).

Ante todo, cabe definir un poco lo que es este código de comunicación: el sistema Braille fue inventado en el siglo XIX por el profesor francés Louis Braille (Coupvray, departamento de Seine-et-Marne (cercanías de París) 1809/1852) quien, ciego desde los tres años a causa de un accidente doméstico, no quiso resignarse a ser un iletrado ni a que le tuvieran que leer y escribir sus documentos; actualmente es casi el único y sin lugar a dudas el universal método de lectura / escritura para ciegos, y gracias a él los invidentes de todo el globo han podido leer libros, tomar notas y seguir carreras universitarias o profesionales como cualquier otra persona. El código está compuesto por una tabla de caracteres formados a partir de la combinación de seis u ocho puntos en relieve: la tabla de seis puntos, denominada integral, consta de sesenta y cuatro símbolos que incluyen el alfabeto en minúsculas, las letras acentuadas, los signos de puntuación más corrientes y algunos caracteres especiales (indicador de número, aviso de letra mayúscula, etc.); la tabla de ocho puntos, denominada computerizada, la forman doscientos cincuenta y seis símbolos, que se corresponden con los caracteres del código ASCII


Dos motivos fundamentales reducen notablemente el uso de estos por otra parte excelentes aparatos: el primero, sin lugar a dudas, su elevadísimo coste (el terminal de Braille más modesto ya cuesta por encima del medio millón de pesetas); el segundo es su poca portabilidad dado que, además de requerir la inserción de una tarjeta dentro del ordenador donde se va a usar, su peso en algunos casos puede ser de varios kilogramos; otro hecho significativo que se viene dando de un tiempo a esta parte es el desconocimiento del sistema Braille por parte de las nuevas generaciones de ciegos, motivado por el uso a veces excesivo de sistemas parlantes y también por la dificultad que comporta su aprendizaje a personas de una cierta edad que han perdido la visión. Volviendo al tema de los terminales de Braille, preciso es reseñar que los más “baratos” de ellos ni siquiera disponen de tarjeta de interfaz: se conectan a los puertos serie y funcionan con un programa de control que debe ser cargado una vez iniciado el sistema operativo, lo cual reduce mucho sus capacidades.


Por
último, y aunque se salga un poco de los límites de este apartado, no está de
más hacer constar que se han diseñado diversas soluciones para las personas
ciegas que no se han visto capaces de aprender a usar el teclado de ordenador
convencional; ninguna de estas iniciativas ha ido más allá de una simple
mención en revistas especializadas o quizás de alguna demostración pública del
producto, y es que su elevado precio hace casi más aconsejable adaptar los
teclados ordinarios (a base, por ejemplo, de etiquetas adhesivas con los
nombres de las teclas en Braille) o aprenderlos a base de mucha
paciencia, que tratar de suplirlos por material de compatibilidad dudosa; una
de estas iniciativas fue la de transformar en teclado de ordenador, mediante la
conexión de una plataforma de interfaz, una máquina de escritura en Braille:
su éxito fue prácticamente nulo a pesar de la curiosidad que despertó.

Integran este primer subgrupo los programas destinados a aumentar el tamaño de las imágenes visualizadas en pantalla; lo cierto es que muy pocos conceptos nuevos aportan estos sistemas a los de ampliación de imagen por medios físicos excepto, claro es, la mucha portabilidad que puede asociar una solución que únicamente precisa de un soporte magnético para ser almacenada.
Ciertamente, la aparición de las primeras aplicaciones destinadas a este objetivo, como el aún líder en ventas ZoomText de la compañía estadounidense AiSquared, constituyó una verdadera revolución y solucionó los problemas de muchas personas con resto visual quienes, para acondicionar sus puestos de trabajo, no tenían más que efectuar una rutinaria y muy breve instalación en sus terminales del contenido de un diskette; aún y estando diseñados para entornos DOS, estos primeros magnificadores de pantalla -tal es el nombre técnico de los inventos en cuestión- ya permitían agrandar las letras hasta dieciséis veces (diez caracteres en pantalla simultáneamente), cambiar los colores, efectuar el seguimiento del cursor o incluso del puntero del ratón en los programas que lo soportaban, cambiar las fuentes y crear nuevas, ampliar toda la pantalla o sólo una región (una cuarta parte, únicamente la línea escogida...), lectura con desplazamiento automático del texto, etc.
Los ampliadores de imágenes actuales, formados por programas más extensos pero igualmente fáciles de instalar, funcionan de forma muy similar a los precedentes: el usuario se comunica con ellos mediante el teclado o, si lo prefiere, con el ratón, que sigue funcionando como dispositivo señalador; el nivel de ampliación permitida es, como antes comenté, muy elevado, a veces del todo innecesario; los más modernos incluyen capacidades adicionales de lectura de documentos y algunos integran en el mismo paquete controladores para funcionar con las tres subcategorías de adaptaciones de bajo nivel (caso, por ejemplo, del recientemente aparecido SuperNova de Dolphin Computer Access, de gran potencia y muy fácil puesta en marcha, si bien su uso es algo complejo). Por lo demás, muchas son las capacidades de estas herramientas: visualización de una pantalla completa ampliada, modo ventana (sólo una región agrandada y el resto normal), lupa (una zona ampliada que se va desplazando allí donde el usuario está operando), lente automática (que iguala en tamaño y aspecto todas las letras que encuentra aunque sus fuentes y características sean diferentes), etc.; posibilidad de alterar los colores a gusto o necesidad del operador, así como los tipos de letra y la anchura y/o altura de éstas; señalización y posterior localización rápida de regiones de la pantalla de acceso frecuente (reloj, líneas de estado...); selección del elemento sobre el que debe situarse la región agrandada en cada modificación que sufra (puntero del ratón, foco de los diálogos y menús, cursor de los editores de texto...), pudiéndose obviar determinadas regiones de la pantalla, etc.
Reciben este nombre los programas que sirven de interfaz entre la tarjeta de vídeo, los sistemas de síntesis de voz y/o los terminales de lectura Braille, y el usuario de la computadora, quien espera obtener de ellos la lectura o interpretación del máximo posible de elementos que conforman las pantallas de cada entorno de trabajo.
Cuando se trabajaba con entornos DOS, donde básicamente las pantallas se visualizaban en modo texto, estas aplicaciones debían posibilitar el acceso a dichas pantallas para los usuarios de sintetizadores de voz externos (que, de hecho, no me consta que existiera ninguno que no lo fuera y que funcionara por tarjeta de sonido o incluso por el altavoz del propio PC) pues, como antes indiqué, los terminales de Braille eran capaces de leer directamente de la tarjeta de vídeo sin la presencia de programas intermediarios. Estos primeros lectores, como el aún muy usado JAWS de la empresa norteamericana Henter-Joyce, interaccionaban con el operador por medio únicamente del teclado, y facilitaban el acceso a cualquier región de la pantalla en diferentes modalidades de emisión de la salida (letra a letra, palabra por palabra, líneas, columnas, zonas marcadas...), siendo bastante sencillo su manejo dado que la persona no vidente no necesitaba de grandes explicaciones para imaginarse el aspecto de los textos visualizados. Valga decir que las pantallas en modo gráfico que a veces aparecían (gráficos de Lotus 1-2-3, dibujos de WordPerfect, el programa DOSSHELL suministrado con la versión 5.0 de MS-DOS, etc.) no podían ser leídas de ninguna manera, pues los lectores no eran capaces, quizá porque nadie se planteó nunca la necesidad de que lo fueran, de reconocer textos en este tipo de modos de vídeo.
Con la implantación de Windows el trabajo de los lectores se ha multiplicado de forma considerable; ahora, además de atender a los sintetizadores de voz, han de hacer lo propio con los terminales de Braille pues, como también comenté, ya no se trata de enviar a estos periféricos lo que aparece en pantalla de forma comprensible para ellos, dado que lo visualizado sólo son puntos de color, sino de transmitir una detallada descripción de estos contenidos: qué es un menú, qué son botones, qué son gráficos imposibles de interpretar, a qué corresponde un texto (contenido de una línea editable, título de una ventana, nombre de un icono del escritorio...), etc. Es importante aclarar que antes de enfrentar a una persona totalmente ciega con un ordenador que funciona con sistema operativo Windows (especialmente si esa persona no ha visto nunca), hay que facilitarle una buena explicación, a ser posible ejemplificada con plantillas táctiles adecuadas a cada coyuntura, de la apariencia del entorno gráfico: qué aspecto tienen las ventanas, qué son las barras de herramientas, qué efecto produce seleccionar un elemento de una lista, qué es el puntero del ratón y qué pasa cuando se emplea este sistema de señalado, etc.; en muchos casos este es el escollo más difícil de superar en el aprendizaje del uso de un lector de pantalla.
Es muy frecuente que los lectores de pantalla encuentren elementos que no sepan descifrar, pues la gran mayoría de programas ejecutables bajo Windows contiene dibujos que sólo su apreciación visual puede describir; por esta razón, los lectores más potentes incluyen opciones de entrenamiento que engloban desde la capacidad de aprender a qué corresponde cada elemento de una barra de botones hasta, por ejemplo, saber leer las cartas del juego del solitario que se suministra con todas las versiones del sistema operativo. Pero no son los gráficos el tropiezo más doloroso de los lectores de pantalla, sino los elementos irreconocibles, pues no hay que olvidar que, a pesar de disponer Windows de unas pautas universales de funcionamiento y programación, los creadores de aplicaciones no tienen por qué respetarlas y pueden inventar componentes nuevos de diseño exclusivo; ningún lector, por bueno que sea, puede llegar a identificar creaciones que se salgan de los convenios ordinarios del entorno gráfico, lo cual supone que un ciego suele tener vedado el acceso a muchas aplicaciones de manipulación de sonido y a casi la totalidad de juegos, entre otras muchas aplicaciones.
Para facilitar en la medida de lo posible el acceso a los diferentes elementos que componen Windows'95/98, la empresa Microsoft ha diseñado el paquete Active Accessibility, que distribuye de forma gratuita incluso como parte de Windows'98, y que se pretende convertir en una pauta de programación que todo diseñador de aplicaciones deba considerar para que, más tarde, la interpretación de esas aplicaciones a cargo de los lectores de pantalla no presente dificultades. Existen, sin embargo, dos problemas serios: el primero es la no preceptividad de estas normas, de lo que se deriva que los programadores tampoco tienen por qué tenerlas en cuenta y pueden seguir incluyendo elementos nuevos en sus creaciones; el segundo obstáculo es que cada idioma requiere soportes adaptados, produciéndose la inevitable falta de versiones de Active Accessibility para las lenguas minoritarias, amen del harto común hecho de que las modificaciones que sobre el producto se hacen sirvan antes que a nadie a los usuarios de la versión inglesa (norteamericana para ser del todo exactos) de Windows; es también problemático que las nuevas versiones del paquete que se van elaborando y distribuyendo ya no aceptan correr bajo Windows'95 ni Windows NT (NeTwork) 4.0.

A
pesar de todo, algunos lectores de pantalla actuales, como los ya nombrados supernova
y JAWS (que en su versión para Windows es líder absoluto del
mercado), son suficientemente potentes como para permitir a sus usuarios
olvidar por unos minutos este cúmulo de sinsabores y disfrutar de la
informática pues, además de soportar las capacidades de los lectores bajo DOS
aplicadas al entorno gráfico, permiten el uso de diversas voces para distinguir
entre mensajes de situación (“abriendo menú de inicio”, “saliendo del programa
X”, “minimizando ventana actual”, “escritorio activo”, etc.) y textos
visualizados, la descripción minuciosa de los componentes (decir cuántos elementos
tiene un grupo de botones de opciones y cuál está seleccionado, qué porcentaje
se ha completado en las barras desplazables...), la personalización hasta
niveles insospechables de las opciones de lectura, voz, seguimiento de
objetos..., y muchas otras ventajas.
Constituyen este otro grupo dentro de las adaptaciones de alto nivel, aquellas aplicaciones que buscan la información que han de transmitir al usuario vía las de bajo nivel, bien directamente en archivos informáticos localizados en un disco, ordenador remoto u otro soporte similar, o bien en un periférico capaz de transmitirle una información que, tras un proceso de conversión o identificación, le suministre datos equivalentes. Hoy día no es mucha la importancia de estas herramientas, algunas de ellas todavía de reciente creación y todas con mucho camino por andar, pero se cree que en un futuro no muy lejano podrán dejar casi fuera de combate a los revisores de pantalla, pues patente ha quedado que la información que estos últimos han de emitir no siempre es del todo fiable ni fidedigna, caso opuesto al de los primeros, que únicamente deben leer datos y enviarlos a los dispositivos de salida de forma comprensible para ellos.
Este subgrupo, sin duda muy conocido y que casi todo el mundo ha utilizado alguna vez, lo integran aquellos programas llamados de texto hablado o Text-to-Speech (como puede ser el TextAssist citado en un apartado anterior o el Monologe de First Byte), que tienen como finalidad la transmisión por voz del contenido de archivos de texto, y que suelen ir acompañados de otras herramientas como deletreo de palabras (muy útil para el aprendizaje de idiomas), creación de mensajes con voz sintética (para emplearse posteriormente en el desarrollo de aplicaciones) o la más arriba descrita simulación de canciones.
Estos programas también suelen ser usados para ayudar a mejorar la pronunciación de letras o vocablos a personas disléxicas o con defectos de habla semejantes (tal es el objetivo del TextHelp de la empresa irlandesa Lorien Systems) y, por supuesto, son de gran utilidad a quienes disponen de poca o nula visión, pues les ofrecen dos ventajas: descansar la vista para los primeros en la lectura de documentos largos, y evitar a ambos el pulsar continuamente teclas de avance del texto para verificar dicha lectura visual o a través del revisor de pantalla parlante cargado.
Diversos lectores de pantalla, la verdad es
que la mayoría, incluyen una herramienta de lectura de documentos que, además
de permitir el acceso a ficheros de texto propiamente dichos (de extensión
.TXT), son capaces de leer ficheros de ayuda de Windows, páginas Web,
documentos de Word y demás, desenrollando automáticamente los contenidos;
algunas de estas herramientas incluyen opciones de ampliación de la letra de
los textos, colocación de marcas de localización de secciones o puntos
concretos, ajuste del color y la fuente de visualización, etc., para facilitar
aún más la lectura. Es muy valorado el subprograma DocReader integrado
con las versiones recientes del ampliador de imágenes ZoomText, que
permite de un modo muy sencillo acceder a los documentos e incluso tratar las
pantallas del entorno gráfico como tales, ofreciendo una lectura ágil por voz e
imagen agrandada.
¿Quién no ha utilizado alguna vez las facilidades que ofrecen los digitalizadores de imágenes (scanners) para hacer fotocopias sin moverse de casa, para guardar en soportes magnéticos fotografías y así garantizar su conservación, o para introducir de forma rápida páginas y páginas de texto?; esta última capacidad, el reconocimiento de caracteres u OCR (Optical Character Recognition), es la que se emplea para conseguir que las personas ciegas puedan acceder a la información escrita en papel mediante el ordenador.
Lo cierto es que los programas que se utilizan para lograr el fin descrito en las circunstancias expuestas suelen ser idénticos a los que emplea el resto de los usuarios (OmniPage de Caere, TextBridge de Xerox...), eso sí, a menudo acompañados de herramientas especializadas que hacen de puente entre el OCR y el operador; dichas adaptaciones, por un lado, facilitan la labor de digitalización de los documentos (evitando la definición de límites de exploración, efectuando un contraste automático de los colores, descubriendo la orientación de las páginas...), y por otro ofrecen opciones de acceso directo a las adaptaciones de bajo nivel sin pasar por ningún revisor de pantalla (lectura directa por voz de los documentos, posibilidad de ver esos documentos con letra ampliada, manejo muy ágil de las opciones del reconocedor mediante menús hablados...).
Un programa muy vendido de estas características es el soporte OpenBook de la casa norteamericana Arkenstone, que emplea el reconocedor óptico de la empresa Calera Recognition Systems, y que fue ideado para usarlo personas totalmente ciegas con conocimientos casi nulos de informática -más adelanta hablaré algo más de este interesante invento-. Arkenstone también ha lanzado al mercado recientemente el aplicativo WYNN, más potente que el anterior pero pensado para usuarios con resto visual y dotados de conocimientos elementales de informática; amen de las funciones de reconocimiento habituales incluye muchas posibilidades de modificar la salida visual o hablada, y la novedad de soportar marcas de localización incluso elaboradas con voz humana. Otro programa interesante que se sigue usando a pesar de correr bajo DOS y de estar manifiestamente desfasado es el VisAbility de AiSquared, soporte muy sencillo que sólo digitaliza imágenes sin reconocer texto, pero que brinda unas opciones tan ágiles de ampliación y desplazamiento de esos resultados que indefectiblemente sorprende a quienes lo prueban por primera vez, además de ser de muy gran utilidad a personas con mínima vista.
Sin lugar a dudas, el terreno de los reconocedores de caracteres es donde queda más por hacer, pues aún usando los mejores del mercado muy poco es el material que se llega a leer satisfactoriamente; las personas con baja visión aún tienen la posibilidad de escanear los documentos y leerlos directamente en formato gráfico, pero las totalmente ciegas quedan sin otra solución que depender de alguien cuando estos programas les niegan su ayuda: las fotocopias no muy fiables, los impresos generados por máquinas carentes de tinta (libretas del banco, comprobantes de compra de los supermercados, etc.), los prospectos con mucho colorido y variantes de fuente, y sobre todo los textos manuscritos, escapan por completo a los ojos cibernéticos de los reconocedores de texto actuales.
Aparte de las aplicaciones de OCR existen otras soluciones sólidas, algunas del todo fuera de uso por haber quedado obsoletas y otras todavía en período de pruebas, que sería una gran falta para este trabajo dejarme en el tintero.
Uno de los sistemas antiguos que posiblemente se use todavía consistía en una máquina de las dimensiones de una caja de ordenador personal, que era capaz de escanear documentos con muy limitados tipos de letra, verbalizando la salida a través de un sintetizador de voz interno, y permitiendo su traspaso a diskettes por medio de una unidad especial externa. Otro artilugio, que creo no fue más allá de unas cuantas demostraciones a cargo de sus creadores, era un ordenador portátil con salida Braille que leía documentos a través de una pequeña cámara que se deslizaba manualmente sobre el papel, siendo la salida la letra que figuraba bajo su objetivo en cada instante; la idea era muy buena pero el sistema leía, por decir algo, uno de cada cien escritos que recibía, existiendo además el insoluble problema de la incapacidad de leer las letras que superaban el tamaño del objetivo de la cámara. Otro equipo, este con gran éxito de ventas y que conserva algunos adictos, fue el Optacon de Telesensory Systems, que funcionaba igual que el dispositivo anterior pero la salida era táctil y no Braille, lo cual podía ir muy bien si el contraste entre blanco y negro estaba claramente definido, siendo que además se podía ampliar el tamaño de dicha salida.
Uno de los sistemas de OCR modernos
ya en uso puede ser el diseñado por la empresa Arkenstone, llamado VERA
(Very Easy Reading Appliance) y que integra en una sola máquina el ordenador y
el digitalizador; se trata de un equipo (eso sí, limitado a las funciones de
lectura de documentos escaneados) dotado de un pequeño teclado con el que se
realizan todas las operaciones, una pantalla y el lector de imágenes, amen de
una unidad de disco y puertos para conectar impresoras y sintetizadores de voz
externos. El sistema emplea el reconocedor óptico de Calera Recognition
Systems y el soporte OpenBook, y ha sido pensado para que las
personas que desconocen por completo la informática puedan leer libros
utilizando sus ventajas; el equipo es ostensiblemente poderoso, pues a la gran
calidad del OCR que utiliza, que soporta numerosos idiomas entre otras
capacidades, se suma el trabajado diseño del programa de adaptación, más que
sencillo de usar y que, entre otras ventajas, permite exportar los textos
obtenidos a varios formatos, efectuar amplias variaciones de la salida por
síntesis de voz y organizar los documentos escaneados en categorías bien definidas
para su rápida localización.
Si hablamos de métodos ultramodernos todavía no implantados, hemos de hacerlo de la utilización de lupas electrónicas, cámaras de filmar y otros instrumentos de lectura de imágenes tridimensionales capaces de enviar los resultados al ordenador, como sistemas de digitalización de documentos en alta resolución; ya se ha conseguido que el sistema reciba información en formato gráfico desde estos periféricos y, por tanto, que los usuarios con resto visual puedan acceder a ella con la ampliación que precisen, pero se pretende que la entrada recibida pueda ser procesada por un reconocedor de caracteres para ser usable también por personas ciegas totales; muchos factores intervienen en dificultar este proceso: la calidad de los programas utilizados, la potencia de los equipos externos de captación de imágenes y, claro está, el coste económico asociado a la consecución de estos objetivos.
Si hablamos de métodos ultramodernos todavía no implantados, hemos de hacerlo de la utilización de lupas electrónicas, cámaras de filmar y otros instrumentos de lectura de imágenes tridimensionales capaces de enviar los resultados al ordenador, como sistemas de digitalización de documentos en alta resolución; ya se ha conseguido que el sistema reciba información en formato gráfico desde estos periféricos y, por tanto, que los usuarios con resto visual puedan acceder a ella con la ampliación que precisen, pero se pretende que la entrada recibida pueda ser procesada por un reconocedor de caracteres para ser usable también por personas ciegas totales; muchos factores intervienen en dificultar este proceso: la calidad de los programas utilizados, la potencia de los equipos externos de captación de imágenes y, claro está, el coste económico asociado a la consecución de estos objetivos.
Mucho es lo que resuelven, si son de cierta calidad y se usan al cien por cien, los ampliadores de imágenes y lectores de pantalla en la lectura de páginas Web, pero en ciertos casos es necesaria la presencia de un programa suplementario para poder acceder plenamente a los contenidos de estos documentos.
Los navegadores de Internet
especializados, que suelen combinar voz y ampliación de imagen, facilitan en
gran medida la lectura correcta de los textos, la búsqueda rápida de enlaces (links)
y otros elementos dentro de una misma página, el envío y la recepción de correo
electrónico, y la lectura de las descripciones de los gráficos siempre que el
diseñador de la página las haya introducido. Por lo demás, estos navegadores,
como el WebSpeak de la sociedad norteamericana Productivity Works,
funcionan de igual forma que cualquier otro (Internet Explorer, NetScape...),
excepto que en su manejo se tiende a dar mucha más importancia al uso del
teclado frente al ratón, que queda relegado como dispositivo auxiliar o incluso
es desactivado para evitar conflictos propios del entorno gráfico.
Las páginas Web, contrariamente a los programas de aplicación comunes, disponen de unas pautas de elaboración bastante limitadas, hecho que evita en gran medida la aparición de diseños exclusivos imposibles de interpretar por los soportes de adaptación; a pesar de esto, las páginas escritas en lenguaje HTML (HyperText Markup Language) no son del todo accesibles, fenómeno que ha conducido a las organizaciones que integran el WWW Consortium, autoridad capital en la promulgación de reglamentos para la circulación de datos en Internet, a elaborar la normativa WAI (Web Accessibility Iniciative), donde quedan claramente definidos los criterios que una página HTML debe seguir en su gestación para poder ser utilizada más tarde por cualquier usuario; estos protocolos han sido traducidos al español por el grupo de trabajo Acceso de la Universidad de Valencia, y también se han construido pequeños programas aplicativos de distribución gratuita (como el Bobby de la sociedad CAST) capaces de determinar si una página cumple o no los requisitos exigidos para ser accesible; por desgracia, las condiciones cuya reseña antecede son de aplicación voluntaria y, ¡qué se le va a hacer!, tienden a pasarse por alto mucho más de lo que sería disculpable.
Este desajuste puede verse corregido y aumentado en el mal sentido con el establecimiento del lenguaje XML (eXtensible Markup Language) como código de escritura de páginas Web a nivel universal; con este cambio que ya soporta la versión 5.0 de Microsoft Internet Explorer, el lenguaje habrá evolucionado hasta el punto de soportar diferentes sublenguajes o DTD's (Document Type Definition), uno de los cuales será el HTML mejorado; la inclusión de nuevas fórmulas de edición de páginas habrá forzosamente de ocasionar muchos problemas de accesibilidad que se sumarán a los ya existentes.
Pero como no hay rosa sin espinas ni amor sin recelos, tampoco hay guerra sin armisticio ni temporal sin calma, lo cual, aplicado al tema que nos atañe, se traduce en el surgimiento de perceptibles mejoras derivadas del paso al XML como código unificado; además de incrementar las capacidades de manipulación de la información escrita, este código permite configurar a cada usuario el perfil de las páginas que recibirá (colores, tipo y tamaño de fuente, presencia o no de gráficos...) y, lo que será de muy gran importancia al colectivo de los ciegos, soporta entre sus DTD's el lenguaje multimedia SMIL (Standard Multimedia Interface Language), con el que podrán crearse libros hablados digitales, aspecto que estimo más conveniente explicar en una sección independiente dada, insisto, su mucha trascendencia.
Las páginas Web, contrariamente a los programas de aplicación comunes, disponen de unas pautas de elaboración bastante limitadas, hecho que evita en gran medida la aparición de diseños exclusivos imposibles de interpretar por los soportes de adaptación; a pesar de esto, las páginas escritas en lenguaje HTML (HyperText Markup Language) no son del todo accesibles, fenómeno que ha conducido a las organizaciones que integran el WWW Consortium, autoridad capital en la promulgación de reglamentos para la circulación de datos en Internet, a elaborar la normativa WAI (Web Accessibility Iniciative), donde quedan claramente definidos los criterios que una página HTML debe seguir en su gestación para poder ser utilizada más tarde por cualquier usuario; estos protocolos han sido traducidos al español por el grupo de trabajo Acceso de la Universidad de Valencia, y también se han construido pequeños programas aplicativos de distribución gratuita (como el Bobby de la sociedad CAST) capaces de determinar si una página cumple o no los requisitos exigidos para ser accesible; por desgracia, las condiciones cuya reseña antecede son de aplicación voluntaria y, ¡qué se le va a hacer!, tienden a pasarse por alto mucho más de lo que sería disculpable.
Este desajuste puede verse corregido y aumentado en el mal sentido con el establecimiento del lenguaje XML (eXtensible Markup Language) como código de escritura de páginas Web a nivel universal; con este cambio que ya soporta la versión 5.0 de Microsoft Internet Explorer, el lenguaje habrá evolucionado hasta el punto de soportar diferentes sublenguajes o DTD's (Document Type Definition), uno de los cuales será el HTML mejorado; la inclusión de nuevas fórmulas de edición de páginas habrá forzosamente de ocasionar muchos problemas de accesibilidad que se sumarán a los ya existentes.
Pero como no hay rosa sin espinas ni amor sin recelos, tampoco hay guerra sin armisticio ni temporal sin calma, lo cual, aplicado al tema que nos atañe, se traduce en el surgimiento de perceptibles mejoras derivadas del paso al XML como código unificado; además de incrementar las capacidades de manipulación de la información escrita, este código permite configurar a cada usuario el perfil de las páginas que recibirá (colores, tipo y tamaño de fuente, presencia o no de gráficos...) y, lo que será de muy gran importancia al colectivo de los ciegos, soporta entre sus DTD's el lenguaje multimedia SMIL (Standard Multimedia Interface Language), con el que podrán crearse libros hablados digitales, aspecto que estimo más conveniente explicar en una sección independiente dada, insisto, su mucha trascendencia.
Hasta
hoy, los ciegos de todo el planeta han tenido tres formas, asociadas a tres
soportes diferentes de almacenamiento de la información, de leer publicaciones
escritas: tratar de acceder al soporte visual corriente (bien haciendo las mil
y una para leerlo con la visión propia, bien sometiéndolo al inflexible ojo de
un OCR o bien, que era lo más seguro, solicitando ayuda a alguien de
vista más competente), escuchar lecturas grabadas en cintas de cassette por
entidades dedicadas a tal oficio, o leer directamente en libros editados en Braille.
La tercera solución, para qué nos vamos a engañar, es y será por los siglos de
los siglos la ideal, a pesar de que implica una gran desventaja que es el
volumen físico de los tomos: allí donde caben seis letras bien dotadas de
imprenta sólo se puede albergar un carácter Braille, lo cual provoca que
un diccionario de los más modestos ocupe más de treinta gruesos y altos
volúmenes en el código de escritura de los no videntes. De igual modo, valga
decir que las lecturas grabadas, asimismo de presentar grandes problemas para
la rápida localización de secciones, ocupan gran cantidad de cintas, motivo por
el cual se ha tenido que diseñar un sistema de compresión de esa información,
sólo legible por aparatos especiales y que multiplica por cuatro el minutaje
disponible en cada medio físico; ello, sin embargo, no quita que Guerra y
Paz de Leon Nicolaievich Tolstoi requiera once cintas de noventa
minutos, Las Mil y una Noches completas veintitrés y nuestro Don
Quijote siete.
El cuarto método de lectura que existirá
ahora, al cual tendrán acceso tanto las personas que vean bien como las que no,
será el de los CD-ROM's con libros grabados en lenguaje SMIL, que
combinarán el texto propiamente dicho (al que se podrá acceder por medio de la
ampliación de imagen, la voz sintética y/o el Braille), el sonido, los
videos, los gráficos y, en los casos que se pueda llevar a cabo, el mismo texto
grabado con voz humana. Las ventajas de este sistema serán casi infinitas: por
una parte, los libros creados así podrán ser adquiridos en cualquier
establecimiento del gremio sin especialización alguna, lo cual, sin ir más
lejos, facilitará a la persona ciega la compra de material listo para ser
leído; de otro lado, obvio es, los textos escritos en ese lenguaje
posibilitarán un acceso muy directo a cualquier punto de sus páginas, merced al
potente sistema de marcado que poseen todos los códigos de programación de esta
índole; por último, y también es evidente, el hecho de utilizarse lectores
convencionales de páginas Web para visualizar el contenido de los CD-ROM's,
autorizará el uso de todas las ventajas compartidas que ofrece Windows:
copiado y pegado de datos, impresión, exportación a otros formatos de archivo,
opciones de accesibilidad, etc.
Párrafo aparte merece la novedad de los
libros grabados con voz natural; esta adición a los soportes digitales se hará
en los casos en que se crea conveniente y, sobre todo, cuando se disponga de
medios económicos para financiarlo. Los CD-ROM's con este añadido, que
poseerán todas las ventajas de los anteriores, podrán almacenar en un solo
disco, gracias al potente sistema de compresión de audio y vídeo integrado (del
tipo del ya popular MP3 del grupo MPEG), más de cincuenta horas
de locución que equivalen, para hacerse una idea, a algo más de la duración de
la lectura del genial libro Los Miserables de Víctor Hugo, que
ocupaba ocho cassettes comprimidos de noventa minutos y, por consiguiente, la
escalofriante cifra de treinta y dos en grabación ordinaria. La voz humana,
siempre mucho más agradable que la sintética por lograda que ésta esté, será tratada
en este sistema igual que el resto del conjunto, admitiendo marcado, búsqueda y
manipulación de sus datos.

Para
unificar a nivel internacional los criterios de elaboración de libros hablados
digitales, se ha creado el consorcio DAISY (Digital Audio Information
SYstems), grupo de organizaciones y empresas próximas o del todo inmersas en el
desarrollo de soluciones para ciegos, que además de definir estas pautas ha
dado lugar a diseñar programas (como el antes citado WebSpeak) y equipos
físicos para acceder cómodamente a los nuevos soportes. Por ejemplo, los
aparatos portátiles PlexTalk de Plextor y Victor de VisuAide,
permiten la lectura de los libros CD-ROM sin necesidad de disponerse de
ordenador, a la manera de reproductores comunes de discos compactos pero con
opciones adaptadas al tipo de información que manipulan.
Fuera de este excelente invento, muchos de los formatos actuales de libros digitales, como los que se ofrecen de regalo con algunos periódicos o por la adquisición de material informático (por lo general manuales de usuario), son de fácil lectura para las personas con resto visual y, si hay la suerte que puedan ser identificados por un lector de pantalla (exportando el texto a otro formato si a mano viene), también pueden serlo para las sin vista. Uno de los formatos no pensados para su uso por ciegos pero que con seguridad éstos podrán aprovechar, es el recién nacido Open e-Book, apadrinado ya por importantes empresas editoriales y de desarrollo informático (entre ellas Microsoft), y consistente en un lenguaje de marcado de mucha menos potencia que el SMIL ya que sólo autoriza incluir texto y gráficos; para la lectura de estos libros se han inventado equipos independientes (que no requieren la existencia de un ordenador) capaces de descargarlos de sus suministradores a través de un módem y de visualizarlos en una pantalla propia; dada la importancia futura que parece va a tener este sistema, varias empresas especializadas quieren conseguir aparatos que lo lean por síntesis de voz para poder ser accedido por personas no videntes.
Fuera de este excelente invento, muchos de los formatos actuales de libros digitales, como los que se ofrecen de regalo con algunos periódicos o por la adquisición de material informático (por lo general manuales de usuario), son de fácil lectura para las personas con resto visual y, si hay la suerte que puedan ser identificados por un lector de pantalla (exportando el texto a otro formato si a mano viene), también pueden serlo para las sin vista. Uno de los formatos no pensados para su uso por ciegos pero que con seguridad éstos podrán aprovechar, es el recién nacido Open e-Book, apadrinado ya por importantes empresas editoriales y de desarrollo informático (entre ellas Microsoft), y consistente en un lenguaje de marcado de mucha menos potencia que el SMIL ya que sólo autoriza incluir texto y gráficos; para la lectura de estos libros se han inventado equipos independientes (que no requieren la existencia de un ordenador) capaces de descargarlos de sus suministradores a través de un módem y de visualizarlos en una pantalla propia; dada la importancia futura que parece va a tener este sistema, varias empresas especializadas quieren conseguir aparatos que lo lean por síntesis de voz para poder ser accedido por personas no videntes.
De gran utilidad es para las personas que no ven lo suficiente como para tomar notas de forma convencional, la posesión de un sistema rápido, fácil de usar, portable y de una cierta capacidad, para suplir esta falta.
Los primeros ordenadores portátiles
diseñados exclusivamente para ciegos aparecieron a mediados de los años ochenta
(equipo VersaBraille de Telesensory Systems), y consistían en una
máquina de las dimensiones de una CPU actual (cuyo peso era considerable),
dotada de un teclado Braille y de una línea de salida de veinte
caracteres en dicho código; podían almacenar la información en su memoria o en
diskettes, enviarla a una impresora o a una computadora ordinaria y, mediante
la tarjeta de interfaz adecuada, servir de lector de pantalla como un terminal
de Braille más.

Otros ordenadores portátiles que han tenido
su importancia son los cuya salida es Braille y no hablada, pero más
modernos que el que abría esta sección; cierto es que el acceso a la
información escrita es siempre más ágil que su audición, pero el precio de los
equipos Braille y tal vez su peso, inevitablemente superior al de los
otros (más de un kilogramo), hacen que tiendan a usarse mucho menos. Una de las
ventajas que ofrecen estos dispositivos, además de las que brindan los
precedentes, es su fácil conexión a ordenadores convencionales (a través de los
puertos serie) para servir de lectores de pantalla, aunque al no requerir
tarjeta de interfaz precisan de un programa controlador que disminuye
notablemente sus capacidades (este es el caso del Navigator de Telesensory
Systems).
La última generación de ordenadores portátiles para personas no videntes está comenzando a aparecer ahora y la forman equipos de formato similar a los últimos descritos pero capaces de utilizar un sistema operativo y cualquier tipo de programas; el pequeño teclado Braille que da cuerpo al invento sólo requiere un monitor y una impresora para realizar exactamente las mismas tareas que un ordenador convencional, eso sí, no de los más actuales, ya que por ahora los nuevos sistemas no pueden utilizar entornos gráficos ni otros sistemas operativos que el DOS, aunque ya se está trabajando para que soporten el Windows CE (Compact Edition) desarrollado para computadoras de bolsillo o PDA's (Personal Digital Assistant).
Ya por último, interesante es recalcar que
la mayoría de adaptaciones descritas anteriormente (sobre todo ampliadores de
imágenes y lectores de pantalla) son plenamente compatibles con la mayoría de
computadoras portátiles ordinarias que se fabrican actualmente, por lo cual una
persona ciega o con baja visión que prefiera utilizar estos sistemas en vez de
los descritos en los párrafos que anteceden, puede hacerlo sin mayores
inconvenientes que los que le afecten en un equipo de sobremesa.
Además de los revisores de pantalla propiamente dichos, existen otras pequeñas aplicaciones, no agrupables con éstos pero menos aún con otros tipos de adaptaciones, que son de cierta utilidad a las personas con deficiencias visuales, a pesar de no haber sido obligatoriamente diseñadas para ellas. Como reseñé en la introducción, el lanzamiento de Windows'95 conllevó la distribución a nivel general de herramientas para facilitar el trabajo a personas discapacitadas; aún siendo muy básicas, las posibilidades de variación de tipo y tamaño de letra del entorno, de emisión de señales acústicas al producirse errores o circunstancias similares, de modificación de la forma del puntero del ratón, de uso del teclado numérico como conductor de dicho puntero, de avisos audibles al activar o desactivar las teclas de bloqueo (mayúsculas y teclado numérico), etc., son de uso frecuente para muchas personas de vista escasa o nula.
Aparte de esto, se distribuyen pequeños
programas que ofrecen más capacidades: editores de punteros para el ratón,
reproductores de CD's de audio con botones grandes, juegos con sonido o
imágenes agrandadas, paquetes de macros para facilitar la ejecución de
determinadas rutinas dentro de programas de trabajo, tutoriales hablados o con
ampliación de letra para aprender fácil y cómodamente aplicaciones de gestión,
intérpretes de voz para comunicarse mediante órdenes orales con el sistema,
simuladores de teclado Braille que emplean sólo nueve teclas para
realizar todas las funciones, soportes de dictado, cursillos de mecanografía
con ejercicios adaptados, y un largo etcétera.
Otras adaptaciones, en este caso sólidas, que se han desarrollado para ciegos o que éstos han podido emplear para paliar su falta, y que también merecen clasificación aparte son, por ejemplo, reproductores de cintas de cassette pensados para el dictado ágil de datos (dictáfonos), máquinas para estenotipia informatizada (Stenokey), lectores de códigos de barras (para la identificación de alimentos, ropa, medicinas...), sistemas para la creación de viviendas inteligentes (domótica) en las que un ordenador central controle el estado de todos los componentes (electrodomésticos, teléfono, puertas...), etc.
Otras adaptaciones, en este caso sólidas, que se han desarrollado para ciegos o que éstos han podido emplear para paliar su falta, y que también merecen clasificación aparte son, por ejemplo, reproductores de cintas de cassette pensados para el dictado ágil de datos (dictáfonos), máquinas para estenotipia informatizada (Stenokey), lectores de códigos de barras (para la identificación de alimentos, ropa, medicinas...), sistemas para la creación de viviendas inteligentes (domótica) en las que un ordenador central controle el estado de todos los componentes (electrodomésticos, teléfono, puertas...), etc.
Mucho es aún el trabajo que queda por hacer para que una persona ciega pueda acceder al cien por ciento de las posibilidades que brindan las computadoras, a pesar de no ser poco lo que se lleva desarrollado hasta nuestros días, proyectos futuros incluidos; no obstante, el gran inconveniente que parece no se va a resolver tan pronto no es que la persona no vidente necesite de alguien que le lea la libreta de ahorros, ni que tenga que vaciar de cuando en cuando todo el contenido de su disco duro por culpa de programas encaminados a facilitarle el trabajo pero enemigos entre sí, ni siquiera el hecho de necesitar casi un despacho para él solo donde ubicar todos los equipos que lo convertirán en un trabajador más: ese gran obstáculo es el elevado precio de todos los productos, especialmente de los equipos sólidos, diseñados para suplir su discapacidad.
Poco tiempo ha, la empresa Microsoft firmó un contrato con una importante compañía privada que desarrolla algunas soluciones informáticas para ciegos (ONCE España), mediante el cual esta última se comprometió a crear un lector de pantalla que se distribuiría gratuitamente con las futuras versiones de Windows, en conjunción con las opciones de accesibilidad suministradas desde la versión 4.00 (Windows'95 A), que incorporan ya un pequeño ampliador de imágenes agregado en la 4.10 (Windows'98). Este conjunto de programas, muy sencillos pero sin especiales requerimientos físicos (tampoco para la nueva adaptación descrita), podrían provocar que los usuarios no expertos, esto es, que sólo utilizan el ordenador como herramienta de escritura o acceso a la información, se conformen con ellos y no adquieran productos más potentes; esto último, por lógica, debería desatar una guerra de precios entre las empresas del ramo especializado cuyas creaciones, además, serían perfeccionadas hasta el último detalle, hechos ambos que beneficiarían a los usuarios exigentes y tal vez a los no tanto.
El problema del hardware es diferente, ya que el único motivo de su elevado precio son las limitadísimas series que de cada equipo se hacen; sólo la unión entre muchas empresas del sector para elaborar un producto universal y definitivo podría solventar este problema, pero los intereses económicos que siempre aparecen donde menos se los necesita, amen de la disgregación de las entidades dedicadas a velar por los intereses de las personas no videntes, hacen del todo imposible este arreglo. Como en muchos terrenos sociales, la paciencia, la lucha y sobre todo la esperanza son las tres premisas de futuro: positivo es pararse a pensar que hace unos años nada de lo que existe ahora era imaginable por los más optimistas...
Se detallan en los dos subapartados que figuran a continuación.
- Casals, Alicia (Editora); Ajuts Tecnològics per a disminuïts físics
Ponencias
presentadas en la jornada de investigación realizada el 20 de Enero de 1997
publicadas por la Societat Catalana de Tecnología (filial del IEC) en catalán e
inglés, Barcelona Diciembre 1998
-
Novática;
Informática y discapacidades
-
Monografía;
Número 136, Noviembre-Diciembre 1998
-
Pérez
Alonso, Beatriz; Internet sin barreras
Artículo de la revista iWorld, distribuida como suplemento de MacWorld nº 64 y PCWorld nº 137 en 1997
Artículo de la revista iWorld, distribuida como suplemento de MacWorld nº 64 y PCWorld nº 137 en 1997
-
Sánchez
Montoya, Rafael; Ordenador y discapacidad
Libro de la editorial CEPE, Madrid 1999
Libro de la editorial CEPE, Madrid 1999
-
Se listan en los dos subapartados siguientes, aunque no se han creado enlaces a ellas ya que redundarían con los existentes en la sección ENLACES DE INTERÉS de la página principal.
-
Discapacidades
en España:
http://www.discapnet.es
Magoo Landia (Puerto Rico):
http://www.manolo.net
http://www.discapnet.es
Magoo Landia (Puerto Rico):
http://www.manolo.net
-
Seminario
de Iniciativas para Discapacitados y Accesibilidad a la Red (SID@R):
http://www.sidar.org
http://www.sidar.org
-
Usuarios
de Tiflotecnología para el Libre Acceso a la Información (UTLAI):
http://www.nodo50.org/utlai/
http://www.nodo50.org/utlai/
5.2.2.- EN INGLÉS
6.- DESCRIPCIÓN DE LAS ILUSTRACIONES
Por orden de aparición, es la siguiente:
- Ilustración 01: ejemplo de pantalla de texto ampliada
- Ilustración 02: ejemplo de pantalla gráfica ampliada
- Ilustración 03: sintetizador CIBER232P de Tecnicaid
- Ilustración 04: apariencia visual del código Braille
- Ilustración 05: terminal de Braille Delphi 440 de Alva (40 celdas)
- Ilustración 06: terminal de Braille Delphi 480 de Alva (80 celdas)
- Ilustración 07: equipo completo dotado de terminal Braille
- Ilustración 08: impresora Braille Everest de Index
- Ilustración 09: impresora Braille PortaThiel de Thiel GMBH
- Ilustración 10: logotipo del ampliador de imágenes ZoomText de AiSquared
- Ilustración 11: logotipo del lector de pantalla JAWS for Windows de Henter-Joyce
- Ilustración 12: lector de libros hablados Victor de VisuAide
- Ilustración 13: ordenador portátil SonoBraille distribuido por ONCE España
Este trabajo ha sido
elaborado por Víctor M. Maheux (colaborador de la Fundación de Ciegos Manuel Caragol), con el asesoramiento,
el inestimable apoyo y, por encima de todo, la gran paciencia, de diversos
otros miembros de la citada entidad que
prefieren mantener sus identidades en el anonimato.
Acabado de redactar el
Martes, 28 de Septiembre de 1999.
Edición finalizada el
Sábado, 20 de Noviembre de 1999.
Primera revisión el Lunes,
18 de Septiembre del 2000.
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